Así como el cuerpo responde a estímulos externos, la casa lo hace igual.
No solo a los estímulos ambientales como cambio de clima, humedad, calor sequia y otros.
Puede verse hermosa así como cuando nos miramos al espejo, o no…
Pero en ocasiones las preocupaciones y enfermedades se esconden bajo apariencias bonitas y acogedoras.
Pueden estar costosamente decoradas, igual que la gente, pero en su interior escondes proyectos no realizados, objetivos y relaciones humanas difíciles o problemáticas.
El Feng Shui puede reacomodar la mayoría de las energía; frenando los desequilibrios y el flujo negativo.
En ella se reúnen varias energías; de la casa y su Bagua o mapa energético, la de sus habitantes, y las de aquellos que entran y salen como amistades o clientes si se trata de negocios.
Y esas energías reaccionan así como lo hace nuestro cuerpo a diferentes estímulos, la casa o espacio lo hace igual.
Lo importante es ubicar donde está la mayor dolencia y no tapar con analgésicos.
Una vez identificada la energía más negativa se comienza la curación a través de las herramientas que nos aporta el Feng Shui.
Desbloquear los lugares obstruidos y limpiar las energías estancadas para poder proyectar paso a paso. Y comenzar a sentir ese cambio en nuestro cuerpo.
Nuestra casa se renueva y nuestro Chi también y veremos que somos espejo el uno del otro.
Vía: Feng Shui,El arte de la armonía, texto editorial Susaeta, imágenes google